¿Críticas a la «economía académica»?
La economía que se investiga y enseña desde las universidades ha sido criticada desde distintos puntos de vista. No es un fenómeno reciente pero sí de plena actualidad, con variantes propias por países, centros e incluso materias. Se ha argumentado, en general, su distanciamiento del mundo real, su uniformidad ideológica, la preocupación de los profesores por lo que repercute directamente en su carrera académica,… Después de muchas décadas como profesor universitario y con la distancia e independencia que dan los años y mi condición de Emérito en la UAM, quiero aportar mi opinión a algunos puntos concretos de esas críticas.
La «torre de marfil» en que se encierran algunos profesores de Economía, me parece un error imperdonable en cualquier caso y, mucho más, en el momento actual en que los temas económicos y empresariales son de interés y difusión social generalizada.
Pero hay, también, que reconocer que la realidad como objetivo último de análisis tiene un límite, especialmente en las áreas de conocimiento cercanas a la investigación básica. La Universidad debe mantener un equilibrio entre la aplicabilidad a corto plazo de los conocimientos que desarrolla y los cimientos científicos de su planteamiento a largo. La Universidad no puede ni debe ser, ni una academia de aprendizaje, ni una consultora para aplicaciones y servicios de apoyo rutinario a la Administración Pública o a las empresas. La investigación exige innovación de conocimientos y búsqueda de caminos inexplorados que pueden no dar resultados de momento. Lo importante es mantener un adecuado equilibrio.
El problema se plantea cuando una parte importante de la I+D+i (ya sabeís: Investigación, Desarrollo e innovación) que se genera en esa gran Academia del pensamiento que es la Universidad, sigue objetivos que tienen más que ver con intereses propios de los profesores que con un proyecto de mejora del conocimiento que pueda, razonablemente, terminar siendo razonablemente útil a la sociedad.
De aquí nace toda una corriente crítica con una «economía académica» alejada de situaciones que puedan darse en la realidad y principalmente preocupada por la estética y el prestigio de desarrollos teóricos complejos, con una habitual alta carga matemática-estadístico-econométrica.
Aunque hay múltiples manifestaciones en contra de esa deriva de la investigación económica, algunos excesos han puesto el tema de plena actividad. A título de ejemplo citaré la de un prestigioso profesor de la New York University, Paul Romer, que en el último congreso de la American Economic Association (en enero de este año) presentó una ponencia en que denunciaba la «matematicidad» o «matematicismo» extremos («mathiness» es el término empleado) en la teoría del crecimiento económico. Más allá de la polémica a que dio lugar entre los especialistas en crecimiento, lo que parece más relevante es la denuncia de que se manejan hipótesis irrealistas (p.ej. competencia perfecta en los mercados) detrás de construcciones matemáticas complejas. Es una de las cuestiones que Simón González de la Riva (@OrcishOzu) critica, creo que en este caso con razón, en sus post «Sobre los cajones de sastre en la economía» (blog en sintetia.com. 8,15 y22/9/15): «La actitud actual de matematicismo en los académicos se percibe claramente cuando se centran más en el uso de instrumentos matemáticos que en las labores previas de conceptualización, creación o selección de indicadores,…» . También puede interesar el post de Samuel Bentolila («La política en la economía académica», 17/9/15) en el blog nadaesgratis.es
Es cierto, además, que se ha producido una tendencia a confundir matematización con rigor y calidad científica en una ciencia social como la economía (y la administración de empresas). Mi experiencia personal de más de cinco años como presidente de la Comisión de la ANECA evaluadora del profesorado universitario en el amplio campo de las ciencias sociales, me confirma en esta confusión. Exigir calidad en la producción científica es un requisito imprescindible. Considerar que en el amplio campo de la I+D+i, la calidad sólo existe en artículos publicados en un número reducido de revistas internacionales de prestigio es una simplificación excesiva que desconoce la posible arbitrariedad de los jueces y los círculos de poder académicos. Partir de la premisa de que la calidad en economía exige matematización y planteamientos complejos e inéditos, puede conducir a irrealismos que sitúan la estética del mensaje por encima de su utilidad ¡En cuántos artículos o tesis doctorales prima la especificación de un modelo o técnica de cálculo extremadamente compleja sobre el conseguir un avance el el campo de conocimiento seleccionado, incluso dentro del área de la economía aplicada!
Se bien que estas afirmaciones mías pueden ser interpretadas más allá de mi posición personal. Como profesor de Econometría sería dificil creer (y por supuesto erróneo) que estoy en una posición opuesta al uso de modelos, a la cuantificación de los fenómenos económicos o a la utilidad de la prospectiva o la predicción económica y empresarial. Pero los excesos y defectos siempre es necesario ponerlos de manifiesto.
Dedicaré algún nuevo post a estas cuestiones
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Hola Antonio,
Me alegra haber entrado en tu interesante blog, y sobre este tema me gustaría hacer un comentario. Como sabes comparto el buen criterio de dar prioridad, en la investigación económica, al conocimiento de la verdad científica, sobre la sofisticación las modas o criterios bibliométricos, y también contribuir a dar soluciones a los problemas de la sociedad. Me preocupa mucho el tema de la «divulgación de la ciencia económica». Creo que hoy en día existen muchos buenos estudios de investigación económica, asequibles de forma general a nivel mundial en la base Ideas.Repec. Hacen falta «asimiladores que sintenticen los buenos estudios» y «divulgadores», pero esas tareas no se promueven de forma suficiente. Internet nos permite algunas oportunidades interesantes en este sentido. Este blog es un buen ejemplo de ello.
Creo que tienes razón en tu planteamiento. Las redes sociales pueden ser una herramienta básica de divulgación económica. Un cariñoso saludo