Medición, intangibles y la falacia de McNamara Más allá de los datos
No hay ciencia que pueda renunciar a cuantificar, en alguna forma, los elementos con que trabaja. Una economía operativa exige medición y su consolidación como ciencia ha conducido a utilizar más datos, técnicas de análisis más perfeccionadas y valorar conceptos sutiles y aparentemente inconmensurables, como la llamada economía sumergida o los intangibles. Se trata de no caer en la conocida como falacia de McNamara, que lleva hasta despreciar aquello desconocido o no directamente mensurable.
Hace ya medio siglo, el Secretario de Defensa de EEUU en 1961-68, Robert McNamara, reconocía que el diagnóstico sobre un éxito previsible en la guerra de Vietnam, se había deducido de un enfoque cuantificador que había olvidado aspectos relevantes no directamente valorables o de los que no se disponía de información.
En 1972, el economista Daniel Yankelovich en un libro sobre prioridades empresariales (Corporative Priorities: A continuing study of the new demands on business) generaliza el fallo a la gestión empresarial con la denominación de falacia de McNamara. El primer paso es medir sólo lo que sea fácilmente mensurable. El segundo paso es descartar lo que no se puede mensurar fácilmente o darle un valor cuantitativo arbitrario. Esto es artificial y conduce a errores. El tercer paso es suponer que lo que no se puede medir fácilmente no es importante. Esto es ceguera. El cuarto paso es decir que los no se puede medir fácilmente no existe. Esto es ya un suicidio.
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