¿Riesgo de estancamiento secular?
La publicación por el CEPR (Centre for Economic Policy Research) de su reciente libro «Secular Stagnation: Facts, Causes and Cures», parte de reconocer que el concepto de «estancamiento secular» está siendo ampliamente utilizado y no tan ampliamente comprendido: “es una especie de test de Rorschach para economistas, que significa distintas cosas para distintas personas”.
Para valorar si existe o no estancamiento secular unos se refieren a la tasa potencial de crecimiento a largo plazo; otros a la desviación entre la tasa actual y la potencial; algunos a la evolución del volumen de PIB a largo plazo y su comparación con su teórico potencial. Pero, además, para hacer el criterio operativo hay que delimitar el punto a partir del cual se puede calificar una situación de estancamiento secular.
Hay tres alternativas principales para valorar un posible estancamiento secular:
• Tasa de crecimiento mantenida sensiblemente por debajo de un promedio (histórico o de predicción).
• Tasa de crecimiento significativamente por debajo de su potencial.
• Nivel de PIB mantenido por debajo del potencial («output gap»).
Un ejemplo actual de la primera alternativa es la variante del FMI que, en su World Economic Outlook de finales del pasado año incluye un escenario alternativo que califica de «Secular Stagnation» y que compara con su propio escenario básico de salida de la crisis.
En su valoración podría suponer, respecto a la predicción básica, cerca de medio punto de porcentaje de menor crecimiento para los países desarrollados y del mismo orden para el crecimiento mundial. Según sus cálculos, la inflación se reduciría a largo plazo, pero sin caer en deflación, al menos hasta 2019. El ahorro privado aumentaría para situarse en cerca del 21% del PIB en las economías avanzadas, con reducción del ritmo inversor y de la creación de empleo. El precio del petróleo acentuaría su descenso.
Este escenario alternativo de estancamiento secular diseñado por el FMI para las economías avanzadas se caracteriza por unas tasas de crecimiento bajas, al menos a medio plazo, e incluso reduciéndose desde el 2% en 2014-15 al 1,8 hacia 2019.
Pero la situación puede diferir de forma muy distinta entre áreas mundiales, afectando en particular a la Eurozona. Así, en la última predicción a largo plazo de Consensus Forecast se apuesta por un crecimiento mantenido en EE.UU. del orden del 2,5% durante los próximos diez años, frente a poco más del 1% para Japón y 1,5% para el conjunto de la Eurozona, con diferencias importantes por países, todo ello sin una alternativa más severa de estancamiento.
En cualquier caso, una tasa de crecimiento estancada en niveles relativamente bajos respecto a ritmos previos a la crisis es una forma benigna de entender «secular stagnation».
Para profundizar en el tema es necesario valorar el «potencial» de crecimiento y las razones por las que se sitúa en niveles bajos o no se alcanza en la práctica.
El problema de partida es que el propio concepto (y medición) de «potencial» tiene múltiples interpretaciones. Tradicionalmente, se ha entendido como el nivel de producción (o tasa de variación sostenible), aprovechando la dotación disponible de factores de producción, sin provocar tensiones especiales y dada la productividad con que se combinan. Es decir, se aprovechan los recursos humanos disponibles sin provocar tensiones de precios, hasta alcanzar una tasa de desempleo estructural no aceleradora de la inflación (NAIRU, Non-Accelerating Inflation Rate of Unemployment). Además se aprovecha el capital físico y los activos inmateriales disponibles, así como los avances tecnológicos y otros elementos que puedan afectar a la productividad total de factores.
En la práctica el potencial se estima con dos enfoques principales: 1) tendencias de la evolución pasada, suavizando los alti-bajos de los ciclos; 2) estimando factores y productividad “potenciales” y deduciendo el PIB (nivel o tasa) resultante. La experiencia indica que estas estimaciones son muy cambiantes en el tiempo y según las instituciones que las realizan.
Como referencia, la Comisión Europea estima que el «output gap» o diferencia entre el PIB real y el potencial se situó en 2014 alrededor del 3% en la Zona Euro y del 6% en nuestro país. El problema adicional es que el potencial de crecimiento viene revisándose a la baja tanto en la Eurozona como en España, como consecuencia de unas reducidas mejoras de productividad, un limitado esfuerzo inversor y un capital humano infrautilizado ¿Nos enfrentamos a un nuevo modelo de crecimiento?
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